Hoy le vuelvo a dar permiso a un pensamiento recurrente a asomarse al pasillo que comunica los cuartos en mi mente, al interés obsesivo por encontrar un instrumento que organice mis ideas y me salve de que acciones, ideas y triques sean arrastradas por el remolino de lodo caótico.

Cuento con interés en el uso e implementación de agendas a medio llenar, cuadernos, libretitas, listas, postits, carpetas con varios tipos de hojas, pizarrones blancos, mapas mentales, croquis, frases aprendidas que intentan formar decálogos, refranes, pruebas de pogramas computacionales organizativos: todolist, sublime text, one y word de microsft, zettlr, obsidian, etc. y todo lo que se me ha ocurrido para ordenar, organizar, estructurar, parchar y ligar ideas y tapar huecos y tejer conexiones que tengan una ingerencia en el plano tangible de la realidad terrenal.

¿Qué he logrado? Hasta ahorita sólo darme cuenta de mi condición de navegante errante de la confusión. Y de que si el río suena es porque algo de lo que lleva y tanto oígo tendrá que ver conmigo y no conviene más silenciarlo por no querer incomodar a quien ni siquiera existe, el otro que mira que ni siquiera mira y por eso digo que no existe.

Así que aquí mi humilde evidencia: en este mi blog - diario y CV, ahora contará con un par de entradas sobre este tema: organización. Por tanto, la siguiente entrada: La libreta de taquigrafía como registro de diario (para tener un “piso firme” en este suelo fangoso).